LA CHOVA Y EL CLUB JUVENTUD
Por Aniceto Buenadicha Duprado.
Un grupo de jóvenes animados por Mari Sanguino amparándose en la política de Tele Clubs que inventara el ministro de Educación y Turismo Fraga Iribarne por los Sesenta y tantos, organizan el Club Juventud Alfonso Izarra, en locales del Ayuntamiento Viejo (Cañón de la Cárcel). Alfonso Izarra era gobernador de la provincia de Cáceres cuando se inauguró el Club.
Se hicieron unos estatutos muy parecidos a los que actualmente rigen las asociaciones culturales, estos limitaban su ingreso a jóvenes menores de 30 años, cotizaban una cuota mensual y con esos ingresos se pagaba el sueldo de un conserje que controlaba en la puerta la entrada solamente de socios además del orden estatuario.
De la limpieza y servicio de bar cafetería se encargaba una familia contratada para tales efectos con lo que los locales se encontraban en perfecto estado de revista. Los espacios tenían tres alturas, abajo a la entrada el bar, subiendo unos escalones a la izquierda un salón con bóveda de cañón con un ping pon, un billar y varias mesas y sillas para juegos de ajedrez y damas principalmente y en segunda afición la oca y el parchís, a esta sala la llamaban Los Chovos del Cuatro Gatos Club y donde se hacinaban los más jovencitos y conflictivos por barruntar el futuro.
Subiendo más escalones y sobre la sala anterior estaba un gran salón social para gente más emparejada, con música y donde se celebraban bailes con tocadiscos todos los domingos por la tarde… al fondo la biblioteca y sala de reuniones, confesionario del consiliario y de otras tendencias, siempre enfrentadas. Se lo pasaban pipa.
Cada año se celebraban elecciones de directiva, presidente, vicepresidente, secretario y vocales diversos que coordinaban las actividades del Club representando a sus grupos. El consiliario (un cura) no era electo y solamente podía influir con su gracia escolástica, la política del Club la llevaban los socios al través de su directiva. Todo muy democrático.
La historia del Club Juventud Alfonso Izarra que algunos llamaban el Club de Alfonso Narro es muy difícil de recoger pero sí contar un poco cómo se revolucionó la pía y consiliaria paz de Don Juan Bravo. El tal Narro que realmente era Naharro además de jefe local de la O J E, capitaneó a los Chovos generándose la primera revuelta juvenil de la Ciudad.
Las elecciones de 1969 en plenas Navidades se presentaban ‘sangrientas’ y la gente más joven estaba harta del muermo e inactividad reinante decidiendo dar un Golpe de Estado para poner en marcha el Club al modo de la minoría activa pues el bando contrario, aparentemente mayoritario, ni sabía ni contestaba, solo sí Wuana.
No era una guerra de religión y laicismo, que cada grupo tenía su cura consiliario de alguna manera pues todos (menos algún chovo, por cierto forastero) los de aquí seguían asistiendo a misa y se agrupaban alrededor de Don Luis Sánchez, el cura de la JOC y del Hogar Francisco Pizarro que tenía una amigable relación con el tal Narro.
Decidieron editar un periódico que se llamó LA CHOVA. En máximo secreto fueron confeccionando su obra que se editaría en una multicopista ‘vietnamita’, pura serigrafía de oficina y a mano, hoja por hoja en texto y dibujos picados con maquina de escribir en el cliché. Aquel primer número se estampó en la taberna del Filis en la Villa.
Los Chovos se repartieron los doscientos ejemplares escondiéndolos bajo sus trenzas y todos al Club que aquella noche había elecciones generales. Eludiendo la fiscalía del señor Quico entraron en el Club repartiendo el periódico abajo y arriba hasta juntarse todos en el Salón que era donde estaba todo el mundo…
El escándalo fue mayúsculo pero los Chovos aguantaron con firmeza, al día siguiente en reunión sumarísima deciden expulsar durante tres meses al cabecilla. Obviamente sus compañeros dejaron de ir al Club. Pero no todo el Ayuntamiento Viejo estaba en manos del Alfonso Izarra, el salón de encima de los arcos pertenecía al Frente de Juventudes y Alfonso Naharro como Jefe de la OJE lo utilizó para montar un museo arqueológico manteniendo un club paralelo con vista directa a la misma Plaza.
Los Chovos del Cuatro Gatos no pretendían cargarse el Club, siguieron la táctica árabe de sentarse en la puerta hasta que pasase el cadáver de su enemigo, dos o tres meses después y ante la inactividad mortecina del Club la Directiva pacta con Los Chovos creándoles una vocalía con lo que el Club resucita.
Se organizan once equipos de baloncesto en tres categorías de flechas, arqueros y guías. Se consigue material deportivo para todos los equipos, balones, camisetas y calzado que paga la delegación Provincial de Deportes. Por otro lado se crea un nuevo equipo de fútbol capitaneado por Isidro Ortega con el nombre de Club Juventud, estos entrenaban en el campo Pizarrín, los del baloncesto en los Hermanos.
El museo arqueológico reúne material, los sábados salían de arqueología con el seiscientos colorado de Manolo Rubio descubriéndose toda la red de castros del Almonte y un montón de yacimientos que Manolo tiene registrado de aquella época común con Alfonso Naharro y de la siguiente por cuenta propia.
Al llegar el otoño de 1970 vuelven los conflictos, entre curas por una parte y jóvenes por otra, repitiéndose la historia al estamparse el nº 2 de LA CHOVA, pero esta vez se hizo en casa de Fermín el del Toro. En este número participó más gente y el negocio acabó en el Juzgado de Primera Instancia que llevaba don Ramiro Baliña.
El sistema de distribución fue el mismo pero esta vez fueron denunciados por prensa ilegal y clandestina, el denunciante quería llevar el asunto al TOP. Una buena mañana llega un guardia civil a casa de Alfonso Naharro para llevárselo detenido al cuartel, menos mal que convenció al guardia de que iría después de desayunar, la autoridad accedió y tiempo justo de llamar a uno de la banda para que llevara a Saponi en Cáceres (Delegado Provincial de Juventudes) ocho o diez ejemplares de LA CHOVA.
Saponi dio de alta la revista como actividad de la OJE mientras Alfonso Naharro se las veía con el brigada Cotrina en los tétricos despachos de aquella guardia civil. Le soltaron a la hora de comer y la denuncia siguió su curso… En la primavera de 1971 los Chovos ganaron el juicio gracias a un juez que supo entender que aquel asunto no tenía nada que ver con el comunismo, como así era, pero el percance enriqueció muchísimo al personal alboreándose la progresía naciente de Trujillo.
NOTA DE LA REDACCIÓN:
Aniceto Buenadicha Duprado nunca fue cura ni deportista pero le tocó vivir esta historia en segundo plano y hasta su nombre quién sabe si es tal pero preguntando a Alfonso Naharro si le conoce, ha sonreído cínicamente diciendo que Aniceto fue un pequeño traidor que nunca fue capaz de otra cosa que anotar historias para el futuro.
El Club –dice Alfonso Naharro- sobrevivió a Franco y recibió su última puñalada cuando previsto y aprobado que todo el edificio del Ayuntamiento Viejo se convertiría en una estupenda Casa de la Juventud cambiaron los planes haciendo los juzgados que hoy perviven en tan histórico y juvenil lugar. Ya se los podrían llevar al rodeo que es donde hoy vive el pueblo, junto al cuartel de la Guardia Civil y hacer justicia con el local.
Pero de momento Trujillo sigue careciendo de Casa de la Juventud, siendo el único municipio extremeño que no la tiene… los jóvenes de Trujillo están huérfanos de cultura… y eso que edificios como el viejo ambulatorio y anejos están siendo comidos inútilmente por la floresta.
PROXIMO EPISODIO LA CHOVA 3
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